- Ingredientes: Agua, cebada, lúpulo y levadura.
- Instrumentos: Una olla grande, una heladera de camping, una licuadora, un termómetro, un densímetro, un recipiente con tapa, un globo de cumpleaños, un largo caño de cobre y dos metros de manguera.
- Pasos:
2.El mosto debe hervirse a borbotones durante una hora y media. Mientras tanto, se le va agregando, por partes, el lúpulo, ingrediente que aromatiza y da el amargor deseado a la cerveza. De este proceso también resulta la esterilización del producto, que evita que el líquido se llene de bacterias e indeseables, pero no de residuos. Por eso, finalizado el hervor, debe revolverse con fuerza para facilitar que esos residuos vayan a parar al fondo de la olla. Y allí se quedarán: nuestra cerveza será transparente o no será nada.
3.De aquí en adelante, no hay que olvidar algo primordial: el
líquido debe ser tratado sólo con elementos y recipientes desinfectados: no
dejará buen sabor el encuentro con bacterias non gratas. Por eso, y como hay
que enfriarlo sí o sí (rápido, además, que el producto debe ir de los 100 a los
20°C en el menor tiempo posible), usaremos el método de serpentina, que
consiste en pasar la cerveza por el interior de un caño de cobre enrollado,
enfriado con hielo. Luego se incorpora la levadura, que debe estar hidratada
desde el día anterior.
4.La mezcla de mosto, lúpulo y levadura va a un recipiente
para la fermentación. Esta última convierte los azúcares del mosto en alcohol y
gas. Como no querríamos llamar la atención del vecino (que es lo que
normalmente logran las explosiones), el recipiente se tapa con un globo
pinchado. Así sale aire, pero no entra.
5.Al
cabo de esos siete días, nuestra cerveza estará lista para su embotellado.
Completará su maduración una vez encerrada en los queridos recipientes color
ámbar. Le alcanza con 15 días de reposo en la heladera para lograrlo. Pero ya
que esperaste tanto, bancala 30 días más: nos lo vas a agradecer. ¡Salud!
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